La película narra los últimos días de vida del tío Boonmee, enfermo del riñón, que vive en una granja tailandesa. Su cuñada y un sobrino le visitan y comparten con él las apariciones del fantasma de su mujer, y de un hijo perdido en el campo durante años, que regresa convertido en mono. Boonme va recordando sus anteriores vidas mientras se deja vencer por su enfermedad.
Lo más destacable de esta película sin duda es un montaje muy lento con planos largos y apenas sin acción, que hace referencia a la vida contemplativa y espiritual de la sociedad tailandesa, a la contemplación de la naturaleza por su importancia en la cultura clásica oriental.
Este montaje es como la vida real; sin cortes rápidos entre planos, todo es seguido y continuo. El montaje rápido es un invento del cine, que se aleja de la realidad. Esta película pretende ser realidad. Tampoco existe el plano contra-plano, apenas tiene ese recurso, todas las conversaciones se resuelven con uno o dos planos generales. Es más importante el espacio, la magnitud de la naturaleza, que los personajes. Eso pertenece a la cultura oriental.
Casi todas las secuencias se componen de muchos planos con la misma información, es redundante, repetitivo. La intención no es tanto contar algo, porque con un par de planos ya tenemos la información, sino transmitir una sensación, trasladarnos a ese lugar, con la repetición de planos y su longitud, se percibe durante más tiempo, y se logra crear la sensación. Por ejemplo la secuencia inicial del viaje en coche. El viaje es muy importante, con los planos largos y repetitivos se transmite la espera, el recorrido, la importancia del camino hacia las cosas.
Alabados flares |
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