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LA ARQUITECTURA Y LA ESCENOGRAFÍA EXPRESIONISTA. DOGVILLE, LARS VON TRIER, 2003


Las casas pintadas en el suelo, los extraños habitantes de la ciudad, las paredes, puertas y ventanas invisibles pero protagonistas y las sombras de la frontera deshabitada de Dogville, recuerdan, en clave moderna, a una ciudad del cine expresionista.

En contraposición a la importancia de la arquitectura y la escenografía en el cine expresionista alemán, en la película de von Trier hay una ausencia casi total de ambos. Este recurso no hace otra cosa que elevar al máximo su importancia y repercusión en la historia. Un vecindario conservador, moralista, que comparte sus vidas entre paredes invisibles, que no hacen otra cosa que mostrarles desprotegidos ante los demás, y vulnerables frente al exterior. Una misteriosa mujer llega al pueblo, huyendo de unos gángsters, y Tom, un vecino, decide acogerla y esconderla, convenciendo al pueblo para ayudarla. Es una ciudad sin paredes donde todo se ve, pero donde está lleno de secretos, mentiras e hipocresías entre vecinos. Esa apertura y esa ausencia de límite acentúan más la importancia de los secretos que hay detrás de las paredes invisibles.

El aspecto más llamativo de esta película es que las paredes de las casas están pintadas sobre el suelo, de forma que en todo momento se pueden ver al resto de vecinos al fondo, haciendo sus cosas. Sin embargo, sí que hay muebles, pero pocos, y muy justificados. Hay un perro también invisible, pero dibujado en el suelo, y los nombres de las calles y de los dueños de las casas también están pintados.

En el expresionismo alemán, la naturaleza y los espacios son muy importantes. Aquí también, pero precisamente por su ausencia, o minimalismo. La única pincelada de naturaleza es un árbol seco con miles de ramificaciones, y una gran roca simulando el comienzo de la montaña. El campo, igual que las paredes, también está dibujado. Está dibujado el sendero y los arbustos, y las sombras y luces que afectan al árbol seco, produce una estética tenebrista semejante a los jardines expresionistas. Este árbol es muy importante en la historia, pero de forma muy sutil. Marca las estaciones, el paso del tiempo, y siempre aparece en el fondo; a lo largo de la película lo podemos ver detrás de los vecinos. Es como un gran escenario de teatro donde los personajes actúan con gran expresividad, y cubriendo con sus interpretaciones las carencias del escenario. Los actores interactúan con las puertas invisibles, se escuchan sonidos de objetos que no podemos ver, y sortean obstáculos en el aire. Sienten frío y se cubren cuando el narrador, presente en toda la película, habla del viento o de la lluvia, sin que sean visibles. Las luces son muy importantes porque al carecer de escenario, se nece-sitan otros recursos para narrar los hechos. Los juegos de luces simulan nubes, tormentas, amaneceres, etc. A pesar de la importancia de la luz, la película destaca por su oscuridad, y los claroscuros que iluminan los detalles relevantes. La oscuridad remite a una sociedad en penumbra y refugiada en sus miedos y debilidades. También es muy importante la luz al final de la película, cuando se quema el pueblo; todo se ha vuelto rojo y hay humo en el ambiente.

Sólo existen dos puertas; la de la iglesia y la de la tienda. Esto se debe a la narración. La puerta de la tienda es importante porque en su escaparate hay objetos relevantes para la historia. Y la puerta de la iglesia también cobra importancia hacia el final de la película. También hay sólo unas ventanas, cubiertas la mayor parte del tiempo por unas pesadas cortinas, porque su dueño es ciego y no quiere sentir la luz del exterior. Es un personaje oscuro desde el primer momento, pero esto nos demostrará que el resto de vecinos también son oscuros a medida que se les va conociendo.

Esta película es una crítica a la sociedad americana. El cine expresionista alemán se caracterizó también por ser una crítica a la sociedad de la época, una sociedad marcada por la guerra y gobernada por los poderosos impunes a las necesidades del pueblo. En Dogville, a primera vista ante la forastera, son todos amables, buenos vecinos, tolerantes y hospitalarios; pero al cabo del tiempo muestran sus verdaderas caras amargas, se vuelven severos, excesivamente morales, reservados, proteccionistas, incluso violentos, y si pueden conseguir algo, aún agrediendo a la visitante, lo harán sin escrúpulos, convencidos de que eso es lo correcto.

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