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DAYS OF HEAVEN, TERRENCE MALICK, 1976



Uno de los aspectos más destacables de esta fotografía son sin suda las tonalidades rojas y naranjas que dominan en la mayoría de planos, los atardeceres eternos y paisajes en general, los campos de trigo inmensos y de un color terrenal que llevan a la serenidad. La principal característica en cuanto a iluminación es que Almendros, con el beneplácito de Terrence Malick, intentó evitar, en la medida de lo posible, la luz artificial.

Malick es un director que otorga mucha importancia a la imagen y tiene ciertos conocimientos de fotografía. Por este motivo congenió rápidamente con Almendros en esta película. Malick le dio mucha libertad y le apoyó respecto a depurar la fotografía de los efectos artificiosos del cine de estudio hollywoodiense, y buscar una iluminación natural en todos los planos. Almendros se ha inspirado a menudo durante su carrera en emular a los fotógrafos del cine mudo, que se valían casi siempre de la luz natural, como Griffith o Chaplin. Esta película es de época, por tanto, Almendros quiso evitar una iluminación que no fuera coherente con la historia.

Para los exteriores día en contraluz, lo que se hacía en la época era exponer el cielo y rellenar las sombras con reflectores, de forma que todo quedaba iluminado, y las siluetas de las personas se recortaban con el sol detrás pero permanecían totalmente reconocibles. Malick y Almendros decidieron que no compensarían y midieron la exposición adecuada para los personajes, dejando los cielos algo sobreexpuestos y privados de color azul. Esto lo realizaron durante muchas escenas en toda la película. Suprimieron cualquier tipo de apoyo lumínico o de rebote para dejar totalmente la iluminación real del momento. Néstor Almendros también usó un filtro anaranjado para potenciar ese color en los exteriores, saturando así más el color de los trigales y el cielo naranja del atardecer.

En la película trabajaron varios operadores de cámara a las órdenes de Almendros. Por temas sindicales no estaba permitido que él mismo llevase la cámara, pero tuvo buen entendimiento con sus técnicos. Había un operador especializado en Panaglide, la steady-cam de Panavision, que se usó en muchos planos en exteriores, cuando había que seguir a los actores porque iban a improvisar, en secuencias dentro del agua, o en una de las últimas secuencias, cuando se incendian los trigales, para poder rodar tomas muy cercanas al fuego, entre las llamas. Pero la cámara que se usó durante el rodaje fue una novedad de la época, la Panaflex, ligera e insonorizada con respecto a las anteriores. Se utilizaron unos objetivos super-pana-speed de gran apertura.

En los exteriores noche, Almendros quiso ser fiel al máximo a la realidad de la época, iluminando únicamente con la luz del fuego. Para el caso de los primeros planos, se usaron botellas de gas propano, que daban exactamente la misma temperatura de color e intensidad que las hogueras de los planos generales. Del mismo modo la secuencia del incendio fue rodada con la propia luz del fuego, sin compensar nada, por eso los personajes aparecen recortados en silueta. Se usaron linternas de petróleo con un sistema eléctrico con una bombilla, para esa misma secuencia.

En el resto de secuencias rodadas en exteriores, la gran mayoría son del atardecer, o “hora mágica” según Malick. El tiempo de grabación era apenas de 20 minutos, donde los colores iban cambiando rápidamente y se consiguieron atmósferas mágicas y únicas cada vez. Quitaron el filtro naranja para poder plasmar la intensidad de los azules y morados. Posteriormente tuvieron que forzar el negativo en el revelado, para conseguir así más luminosidad, aumentando la sensibilidad a 200 ASA, o 400 ASA en casos más extremos. Gracias a los objetivos tan luminosos y a las grandes aperturas de diafragma pudieron hacer esto.


La historia transcurre prácticamente en los campos de trigo y en la mansión del propietario de las tierras, junto con las mediaciones y las casetas de los trabajadores. En lugar de construir decorados en estudio, muy alejados de los deseos de Malick y Almendros, construyeron allí mismo la mansión, con todas sus paredes y todas sus estancias, como si fuera una casa auténtica de la época. Las habitaciones son reales, con sus cuatro paredes y los planos se rodaron montando el equipo de cámara en el espacio disponible. Los interiores día se rodaron totalmente con la luz natural que entraba por las ventanas; nada de luz de estudio, como mucho, algún panel blanco para rebotar la luz, o las mismas cortinas de atrezzo como difusor. Para los interiores noche se usaron lámparas de aceite típicas de la época, con bombillas en su interior para conseguir un poco más de intensidad, y alguna luz de relleno muy suave. Esta película le valió el Oscar a la mejor fotografía para Néstor Almendros en 1978, y supuso su arranque definitivo en el cine profesional. 

Otro día hablaré de mansiones en el cine...

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